sábado, 2 de noviembre de 2013

Padre, el verdadero valor de un hombre.

Padre, el verdadero valor de un hombre.
Padre, el verdadero valor de un hombre. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Administrator   



Pero no se trata de aquel que fecunda y sale huyendo, sino de aquel que asume, resguarda y protege sin importar los sacrificios, pues él sabe que es precisamente ésta acción,  la que enriquece la Vida.


Por Antonio Moran del Cid


En memoria de mi Padre
José Alfonso Morán Tánchez

Buscar en las profundidades del pensamiento humano, sobre la más grande de las riquezas de ser padre y que refleje además el de ser hijo, hermano, amigo, tío y que sobre todo esto haya algo mucho más grande; es el reconocer los sacrificios que hizo el progenitor, dando a uno la mano, en la cadena del tiempo y de la existencia, para aportar nuestro propio potencial y que la humanidad y las generaciones sigan entretejiendo el camino de la vida y que con toda humildad, se pueda reconocer esa tarea que tiene que ver con la satisfacción, el favor, el sacrificio y la gracia, que bien podría plasmarse en su esencia y que lo conlleva la palabra Padre.
Definitivamente, ésta es la expresión justa, para poder cargar sobre los hombros, la figura que el hombre puede llevar como una semejanza con su Creador, que le da la oportunidad de poder cimentarse a través de la fundación de una familia que se fundirá en el crisol de una sociedad y que ésta se verá enriquecida por el aporte de los cimentados valores, que como familia pudieron producir.
No hay otra acción tangible que se pueda apreciar tanto como la que Dios y el hombre realizan conjuntamente, para darle continuidad a la vida. Una acción que se ve fortalecida en el sentimiento del amor, al convivir con la Mujer amada y la heredad del futuro, que son  los hijos y su propia sucesión, como una promesa de Dios, de poder trascender y llegar a un futuro que no se podrá ver, pero si se podrá sentir en la presencia constante de toda la familia.


El concepto de Padre, se da con nuestro propio padre, es nuestra primera autoridad, nuestro primer cuidado y nuestra primera y constante protección, además de nuestro primer proveedor, que poco a poco nos va enseñando quién verdaderamente es el que le provee a él como Padre, que resulta siendo su padre, que es nuestro padre y que al final  es Dios mismo.
Luego, cuando hayamos avanzado en el camino de la vida, nos veremos en la misma situación de replicar el mismo modelo, como entendidos y contar con una  relación plena con Dios, como nuestro Padre y Creador.
Una relación plena de amor y obediencia entre el hombre y Dios, un hombre que cumple un fiel propósito, para que el privilegio de la vida nunca deje de ser sobre la tierra, un pacto fiel y verdadero, firmado con la actitud de entendimiento, una acción tácita que no implica razonamiento alguno, donde no es necesario un análisis de acuerdos sobre acuerdos, es un pacto inherente, con un verdadero hombre de cumplimiento y de sacrificios, pues es el único pacto que podría hacerse con Dios, ya que no se puede canjear granjerías, sino verdaderas herramientas para fortalecer la vida como don, dado por Dios y no creado por el hombre.
Esto es lo que en pocas palabras pude ir absorbiendo, conforme el tiempo iba pasando y ver en mi propio padre, la cimentación de mi propia existencia.  Un hombre verdadero, lleno de obligaciones y sacrificios, donde la prioridad fue siempre la cobertura de necesidades de los suyos, antes que las de él.  Autoritario, cabeza de familia, sabedor de que la educación de los hijos era la herramienta esencial para la sobrevivencia del futuro, siempre lector, sediento de información, maravillado de la Creación, más de la belleza femenina, viejo sabio y que fui creyendo que era eterno, hasta que el crisol del dolor y de la muerte rigió su tiempo sobre esta tierra y volvió a la tierra y su esencia con su Creador.
Hoy no es un recuerdo, es siempre vigente cuando veo a mis hermanos y me veo al espejo y en mi conciencia y lo veo a él, sabiendo que su mayor riqueza, está en nosotros como promesa y como heredad de lo que pudo plasmar, juntamente con Dios, en este maravilloso planeta que es la Tierra y que a mí en lo particular, solo me queda bendecirlo, amarlo y respetar su memoria para siempre.  Vida para todos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario